lunes, 9 de abril de 2012

Fe

Buscando en el oráculo de nuestros tiempos podemos ver que según Wikipedia, la fe es, generalmente, la confianza o creencia en algo o alguien. El WordReference dice que es la creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia. Conjunto de creencias de una religión. Confianza en el éxito de algo o alguien. Promesa. Testimonio, aseveración de que una cosa es cierta.

Estoy particularmente de acuerdo con todas y cada una de estas descripciones, pero hoy estoy con ganas de permitirme extender estos conceptos.

Hoy me levante preguntándome sobre la fe… la fe que mueve todos los años a tanta gente durante celebraciones religiosas. Esa fe que hace que hagamos cosas y participemos de ritos que normalmente o a diario no cumplimos, no vemos como necesario. La fe que hace que cuando tenemos problemas o dificultades sobre las que no tenemos control, busquemos reconfortarnos en algo que no entendemos y por su misticismo mismo hace que creamos o queremos creer que funciona.

Pasada la semana santa, una de las celebraciones cristianas mas extensas e importantes, pues ella recuerda el acto de expiación que un dios hace en favor de los hombres, me siento a querer entender qué significa, no la semana santa, sino lo que ella genera en la gente, lo que ella significa para la gente.

Tengo amigos que me han sorprendido con sus publicaciones en Facebook y otras redes sociales, (medio de expresión que encuentro tan interesante, pues da la oportunidad única en inigualable de lanzar al mundo opiniones y posturas que normalmente, talvez por nuestra forma de ser, no mostramos), personas a las que yo tenia en otro concepto, inundando muros con frases y reflexiones referentes a este momento religioso, otros con publicaciones irónicas y sarcasmos sobre el comportamiento de los demás. En fin, el comportamiento y las expresiones de seres cercanos a mi, personas que luego de años de presentarse con una postura y una opinión respecto a este tipo de temas en tímido silencio o participación sumisa, hoy redirigen lenta y sutilmente esos silencios hacia expresiones mas pasionales de lo que es, se debe y no se debe hacer en semana santa.

Personalmente, y espero que no me tilden de hipócrita, jamás compartí del todo esta celebración, y no precisamente por mi opción y postura en torno a los rituales religiosos, sino mas bien por una historia de incomodidad con respecto a ella. De niña, nunca me gusto, me molestaba tener que pasar días aburrida en casa sin poder hacer más que estar callada y tranquila, no se podía jugar, escuchar música fuerte, en la tele solo estaban Cleopatra y Ben-Hur y había que ir a la iglesia a cumplir con las actividades y ritos: domingo de palmas, martes de confesión, jueves de lavado de pies y ultima cena, viernes de vía crucis y domingo de pascuas. Más tarde conforme fui creciendo y me fui involucrando en actividades que, a pesar de tener religión e iglesia escritos con letras de oro, me permitieron experimentar y ver momentos y situaciones, lugares y personas, comprendí y asimile mejor lo que esta celebración significa y generó un respeto que perdura, no solo por el simple respeto que se le debe a una creencia ajena, sino por una especie de misticismo que rodea todo el concepto de expiar pecados a través de la muerte, de sacrificios, sufrimientos y recompensas.

Últimamente, he dejado de participar tanto como espectadora pasiva y como parte de un grupo activo dentro de estas celebraciones, lo que hace que mi visión sobre este tiempo que nos dejan para la reflexión y oración tenga un giro radical y un tanto mundano.


Días atrás me consultaron sobre mi experiencia del año pasado de semana santa y con pena recordé que no fue la mejor de todas, y eso me motivo a que intentar cambiar radicalmente este año y aprovechar al máximo estos días que nos libran un poco de las obligaciones diarias y nos dejan espacio para hacer cosas nuevas o tomarnos unas minivacaciones. Tenia intenciones de viajar, de ver gente que normalmente no veo, o de conocer gente nueva, tenia ganas de hacer muchas cosas, tenia en la cabeza sobre mi escritorio mental, las experiencias mas gratas y bonitas de los últimos tiempos y la firme intención de recrearlos en estos días. En ese intento, tropecé con la torpeza de querer compartir esos momentos, pero he ahí mi error, al involucrar a otra persona en mi deseo de aventura, tenia que asumir que si mover mi propio trasero en ocasiones me resulta más difícil que escalar el monte Everest en zapatilla, mover el trasero de otro no iba a ser tarea fácil.

Mi historia de semana santa 2012, no resulto como lo esperaba, no fui mas lejos de lo que normalmente iría, no vi a nadie que no haya visto recientemente, para ser justos, me di un paseíto nocturno una de esas noches, pero nada especial, nada mas interesante que disfrutar de la feroz luna llena que siempre me obsesiona, típica de estos días, y un cielo inundado de estrellas gracias al paisaje en un momento del paseo.

A pesar de todo esto, mi experiencia, esta llena de fe este año, a pesar de mi apatía y casi nula participación en las actividades de semana santa, a pesar de no haber considerado en lo mas mínimo el aspecto religioso, estoy cargada de una energía esperanzadora. Entendí que son las promesas las que me mantienen creyendo, entendí que las voces que me gritan certezas incomprensibles en la cabeza son las que guían mi confianza en cosas tan volátiles e impredecibles, como el animo de otro ser humano.

Vi como un esfuerzo, un sacrificio puede traer recompensas inesperadas, entendí un año después que la fe, no solo mueve montañas, sino también traseros, el mío fue uno de ellos. Y también comprendí, que mi fe solo puede dar fuerzas y hacer presencia en la vida de otro, pero que probablemente, cada trasero tiene su propia fe, y solo ella puede hacer que se mueva.

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